La autoestima es como un edificio que construimos a lo largo de nuestra vida, ladrillo a ladrillo. Cada experiencia, cada interacción, cada logro o fracaso contribuye a fortalecer o debilitar sus cimientos. Se forma a partir de las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, de las comparaciones que hacemos con los demás y de los mensajes que recibimos de nuestro entorno.
Una autoestima saludable nos permite establecer relaciones más sólidas y satisfactorias, ya que nos sentimos seguros de nosotros mismos y capaces de expresar nuestros pensamientos y sentimientos de manera auténtica. Por el contrario, una baja autoestima puede llevarnos a buscar la aprobación constante de los demás, a tener miedo al rechazo y a sabotear nuestras propias oportunidades.